LAS MAREAS NO SUELEN EQUIVOCARSE

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RUSER EDICIONES

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Esta no es una novela policíaca al uso. Las mareas, que nunca se equivocan, están dejando en la orillas de la desembocadura del Guadalquivir y en sus marismas unos cuerpos troceados. Esta es su historia; en un lugar real, en un momento real, reflejo distorsionado, pero verosímil, de unos tiempos duros y difíciles de manejar en una posguerra civil de hierro donde se confunden, sin arrepentimientos, cuerpos y almas.

 

Toda la hostilidad del paisaje y de su gente, de los que son perseguidos y se esconden como topos y de los perseguidores, se vierten en esta novela para descubrir quién fue el único asesino en aquella turbia historia. Para ello, el teniente jefe de carabineros de Sanlúcar y el doctor don Ángel Prim y Vaussell iniciarán una rara investigación que irá más allá de la verdad.

 

Una inconfundible historia en una tierra, también, inconfundible.

 

“Aunque, como todo el mundo sabe, las mareas no suelen equivocarse y seguirán trayendo cadáveres desde la mar hasta la orilla”.

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No son, ciertamente, muy precisas las acusaciones; pero esas son las peores, cuando lo que se pide demostrar es la inocencia, las que emborrona la niebla, cuando matan más los susurros que la verdad.

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El doctor está en su casa cuando un carabinero que no había visto antes llama a su puerta; Son los carabineros, grita doña Pura. El doctor necesita descansar, le dice doña Pura al guardia. Dígale que preguntan si ha concluido el informe. ¿Quién lo pregunta?, inquiere doña Pura, dándose a valer. El teniente jefe, le dice el carabinero. ¿Doctor, hay novedades?, pregunta doña Pura. El doctor escucha la conversación desde dentro y piensa que la impaciencia se los está comiendo, quieren un culpable pronto.

 

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