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LOS LIBROS

Si no llega a ser porque me asfixié con La Máquina del Mundo nunca hubiera publicado nada.

Poco importa el valor que puedan tener las páginas que emborrono, uno escribe para sí mismo y para sus personajes, nunca piensa en el lector. Como pone Borges en boca de Alfonso Reyes: "Publicamos para no pasarnos la vida corrigiendo borradores"; puede ser..., yo lo hago porque me asfixié con un libro con el que me anduve divirtiendo veinte años. 

La Increíble Historia del Niño Árbol
Éste ha sido el regalo de cumpleaños más difícil que he tenido que hacer. Jorge me lo pidió, y no hubo manera de convencerlo de que fuéramos a una juguetería. ¿Pero por qué no me regalas un cuento que tú escribas?
- Está bien; pero como sabes que yo dibujo muy mal, porque el único profesor de dibujo que he tenido fue Saint Exupery y no pasé de pintar cuatro trazos de boas y elefantes, necesito que me ayudes con las ilustraciones. 
- De acuerdo, papá, pero escríbeme el cuento.
La Máquina del Mundo

 

El capitán, pagado con buenos soles de plata, provocó a los dos navíos ingleses en una persecución, rumbo sur, siguiendo la rutina de los vientos de las costas argentinas y les devolvió cerca del Cabo Dos Bahías la tempestad que todo marino español guarda en su alma para los sajones y que extenuó los aparejos y las velas de los dos buques enemigos separándolos las millas suficientes para apostar por dos abordajes consecutivos que le dieron una fama de invicto y afortunado que lo persiguió durante cada maniobra y con cada corriente, de tal forma, que hasta él sospechó, sin fundamento, que posiblemente, había un destino que le impedía ser arrojado a los precipicios del desastre.

Blog de El Escritor, sus Fantasmas, Los Libros y la Noche
 

Ir a Nueva York y no tropezarse con un escritor es muy difícil.

Si vas al café Carlyle hay un tipo con gafas de pasta y pinta de tímido que escribe y a la vez toca el clarinete los lunes. En la taberna del Caballo Blanco te puedes encontrar a Dylan Thomas y a  Jack Kerouac bebiendo güisquis y charlando hasta la madrugada. Y a las orillas del Hudson, mientras das una vuelta, te puedes topar con Saúl Bellow. Yo me tropecé con él una tarde cuando sacaba a su perro a pasear.

 

- ¿No le conozco yo de algo?”- le pregunté.

 

- ¡Claro!-, me dijo- fui nadador olímpico.

Radio Literatura

El escritor, sus fantasmas, los libros y la noche es un canal literario en el que se dan cita libros, escritores, pensamientos y sueños; lo real y lo irreal; lo verdadero y lo falso; es decir donde se da cita el mundo.

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