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HAY LUGARES COMO LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID


Hay lugares llamados al combate, hay lugares donde se cruzan las historias, sentimientos y emociones de todas las vidas posibles en parques escondidos. Hay lugares por donde la batalla nunca pasa de largo. Hay lugares donde viven la totalidad de los hechos existentes y de los hechos inexistentes necesarios para conformar la realidad. Hay lugares, paso obligado de almas de viajeros que solo serán dominados por una atenta lectura. Hay lugares que parece que giran a la vez que el planeta, y que no duran para siempre. Hay lugares como la Feria del Libro de Madrid.


Y allá que me fui, inicialmente a firmar dos de mis libros, sabiendo que cualquier dato es importante, hasta los más nimios, hasta los datos inútiles pueden ofrecer pistas; porque sumar es lo importante cuando todas las vidas posibles se encuentran escondidas entre las páginas de un libro o de un millón de libros.


Lo que he descubierto hoy, sentado entre libros y esperando que algún lector medio extraviado viniera a la caseta de la Librería Gaztambide, es que el universo se compone de un número indefinido y, tal vez, infinito de libros; y que los escritores pueden ser obra del azar, pero el universo de los libros solo puede ser obra de Dios.


«Esto no ha hecho más que empezar», me dije en cuanto llegué a la Feria del Libro, hoy yo voy también a conformar la realidad y estas miles de personas que andan por aquí no lo saben; ni tampoco saben que las cartas están marcadas, ni que el presente que quedará en el futuro es el que se esconde en este millón de libros que se encuentran en los anaqueles de las más de 480 casetas que están en la Feria.


Y eso que mi idea inicial, cuando me dirigía a la caseta 205 de la Feria y que me indicó Ediciones Ruser como la mía, era buscar la huella de la serpiente que escribe con letras aljamiadas, o la del jabalí que pezuña en ristre ondula la tierra con su peso e incluso la del lince que escribe oscuro sobre fondo negro.

Hoy he visto firmando libros a muchos escritores capaces de unir los hechos existentes e inexistentes para conformar la realidad; y hoy, yo que estaba firmando libros pensé que tal vez por unas horas era uno de esos hombres que conforman el mundo. Y eso, que mi más lejana ambición siempre fue la de ser el hombre que cultiva un jardín como soñó Voltaire para ser uno de esas personas que están salvando el mundo.





























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