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MARÍA GOYRI, UN VIAJE ENORME


Después de 150 años María vive. Y vive porque viajó a donde pocas mujeres llegaron, incluyendo a todas las sufragistas anglosajonas. Y ese viaje lo hizo de la mano del Romancero inicialmente y de toda la Literatura más tarde. y llegó más lejos que nadie porque hizo ese viaje a través de la educación; la propia, iniciada en casa con su madre y aumentada en esas instituciones cercanas a la Libre de Enseñanza y la ajena, que tanto promovió desde la Asociación para la Enseñanza de la mujer hasta la Residencia de Señoritas dirigida por otra grande, María de Maeztu.

Por eso vio claro que no todo era conseguir el sufragio femenino para esa igualdad entre hombre y mujer, sino que había que cambiar muchas otras cosas desde los cimientos de la cultura que es quien da forma no sólo a los contenidos, sino a los continentes: «En un Congreso feminista no podía faltar la cuestión tan reñida de los derechos políticos de la mujer. No sé por qué es éste quizá el aspecto de la cuestión feminista que más interés despierta. ¿Es porque les parece que lo más difícil de conquistar son los derechos políticos, y creen que, una vez logrado esto, todo lo demás está conseguido? No está mal esa aspiración, como parte integrante del problema; pero la humanidad necesita con más urgencia del esfuerzo de la mujer en otras esferas»


Sólo una gran humanista que conoce toda la Literatura tradicional y que sabe lo fuerte que los mitos, desde los tiempos homéricos, han conformado nuestra sociedad puede concluir, como los aqueos cuando derribaron la civilización minoica, que no basta vencer; que es fundamental un cambio cultural si queremos echar raíces y que los saltos atrás sean difíciles de realizar; un cambio que transforme las mentes y eso debe producirse, al menos, a la vez que el sufragio y el derecho al voto.

Creo que esa es la principal debilidad que en estos tiempos tiene la lucha por la igualdad de la mujer; todavía seguimos con los patrones tradicionales; todavía la Literatura está hecha por hombres, aunque la escriban mujeres. Todavía los mitos son masculinos; aunque creamos que hemos hecho grandes avances, apenas hemos hecho ninguno.


Por eso, mujeres como María Goyri son más necesarias que nunca; por su vida, por sus escritos, por su visión; y por toda la literatura que llevaba dentro desde el Romancero; pues, dedicó su viaje de novios a perseguir el destierro del Cid por los valles del Duero y, ocurriéndosele recitar a una lavandera en Burgo de Osma el Romance de la boda estorbada, se asombró al ver como ésta empezó a continuar el romance añadiendo muchos más que María desconocía: «Voces corren, voces corren, voces corren por España, que don Juan el caballero está malito en la cama…» y María se da cuenta de que esa romance era el dolor de España tras la muerte del infante don Juan, hijo de la reina Isabel. Una muerte, por cierto, que volvió a cambiar una nación y puso la corona de Castilla en la cabeza de Juana. Sabio es el pueblo y su romancero y poco errado en las consecuencias.

El Romancero y la Literatura española le deben mucho a María y también Lope de Vega a quien estudió más que con mesura con devoción. Luego llegó como un huracán la guerra civil y algún “experto en Literatura” que seguía los pasos de María escribió esto:

«MENÉNDEZ PIDAL, Señora de: Persona de gran talento, de gran cultura, de una energía extraordinaria, que ha pervertido a su marido y a sus hijos; muy persuasiva y de las personas más peligrosas de España. Es sin duda una de las raíces más robustas de la revolución.»


Cierto, María Goyri se casó también con un hombre de gran talento, Ramón Menéndez Pidal. No quería poner el nombre de este otro gigante porque siempre que se la nombra a ella, se dice que era la mujer de Menéndez Pidal. A todas luces información innecesaria cuando se sabe quién era María Goyri. Pero la cita del ¨experto en literatura¨ me ha obligado.

Por recordar a María Goyri me di un paseo por la Casa del Lector en la Naves del Matadero.




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